Un día antes de la primera sesión del taller, en una reunión con mi compañera Ana Luz Moreno, acordamos que la denominada Participación del filósofo no se diera de manera aislada, sino que surgiera a partir de las dinámicas y de la revisión de los ejercicios propuestos. Esto para evitar el modo tradicional en que estamos acostumbrados a dar clase en la Facultad; es decir, tratamos de evitar la figura del maestro que se para frente del grupo y dicta cátedra sobre los temas teóricos que están implícitos en el material proporcionado para las sesiones.
Comunidades de procedencia de los participantes en el taller
Particularmente me convence más el modelo que adoptamos, sobre todo tomando en cuenta el contexto al que debía enfrentarme: no se trataba de alumnos de la carrera, ni siquiera de la Facultad, sino de profesores de Bachillerato tecnológico que en su gran mayoría no tienen una formación previa en materias del área de las humanidades. De todo esto estaba muy consciente, o al menos creía estarlo.