Cuarto taller (CBTis 123, capital de Oax.) – Primer día: 22 de Octubre

Ahora me tocó realizar un taller sin otro compañero filósofo, pero con dos profesores de bachillerato que ya tenían experiencia en comunidades de indagación: José Bogar Pérez Corales y Cuauhtémoc Martínez Vasquéz. Estuvimos en el CBTis 123, en Av. Lázaro Cárdenas No.2018, Santa Lucía del Camino, en la capital de Oaxaca.

El lunes 21 de Octubre decidí hablar con los directivos del plantel para saber cómo estaba organizado el taller, me recibió amablemente el subdirector y me comentó de los detalles. Así que al martes siguiente conocí a mis dos compañeros, e inauguramos el taller.
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Después de la inauguración, junto con los maestros Bogar y Cuahutémoc, le comentamos a los profesores el propósito de la semana que teníamos enfrente y la metodología que estaríamos usando en el taller.
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También establecimos, en comunidad, las reglas de convivencia:

1. Puntualidad (9 AM – 4 PM; descanso 11-11:30)
2. Respeto a los turnos
3. Que el curso esté apegado al programa
4. Cuidar el celular (ponerlo en vibrador; hablar afuera)
5. No cuchichear, y hablar fuerte
6. Que el curso tenga dinamismo
7. Que haya participaciones puntuales.

Comenzamos con el Aprendizaje 1. Les comentamos que buscábamos cuestionamientos motivados por el texto, y relacionados con la asignatura de Lógica. A diferencia de talleres pasados, ahora recibimos preguntas mucho más centradas en el tema:

1. Para toda acción que realizamos, ¿tenemos una razón?
2. ¿Cómo saber si mis razones o las razones de los demás son las válidas, si todos creemos tener la razón?
3. Una razón válida para alguien, ¿debe ser válida para los demás?
4. De los estudiantes, ¿quién da argumentos de buenas razones de por qué se debe ir a la escuela?
5. ¿Por qué tengo que investigar?

Dimos pie a la discusión y debate con éstas preguntas. Pude notar que los profesores de este taller ya tenían una comprensión en cierta medida mayor de los temas de Lógica que en talleres anteriores, y sospeché que buena parte de ello se debía a que ya nos encontrábamos a mitad de semestre, y los profesores se veían en la necesidad de ser auto-didactas y tomar su formación lógica en sus propias manos.

Pasamos al ejercicio 1 del Aprendizaje 1, donde se ejercita el contenido procedimental: Diferencia las argumentaciones de otro tipo de interacciones mediante oraciones en las que se utiliza la palabra «razón» en varios sentidos, entre ellos como equivalente a «argumento». Avanzamos primero rápidamente, pero después nos comenzamos a detener más, debido a que surgían debates. Varios profesores comenzaron a desesperarse. Uno afirmó que ésto no era un ejercicio de Lógica, sino de comprensión de lectura. Le comenté que, ciertamente, aquí sólo distinguíamos qué tipo de emisiones nos indican que hay argumentación, con lo cual podemos pasar a analizarlas lógicamente. Otros maestros pedían que yo les diera la respuesta a cada ejercicio pasados 5 minutos de discusión, pero les comenté que la metodología no estaba diseñada así (también hubo intervenciones de los maestros Bogar y Cuahutémoc a este respecto, pidiendo darle un voto de confianza a la metodología).
Un maestro, de nombre Armando, afirmó que se sentía en «otro taller más» donde no había contenidos sustantivos y le hacían perder su tiempo; comentó también algunas afirmaciones vagas sobre «la lógica de la ciencia» (supongo que se refería a la lógica inductiva, o, a lo más, a los programas positivistas o hasta estructuralistas para descubrir la estructura lógico-matemática de las ciencias empíricas) y habló con desdén acerca del acercamiento basado en la lógica informal. A diferencia de los demás profesores, que en el transcurso de la semana se fueron integrando a la comunidad y participando en las discusiones, ése profesor pasó la mayor parte de los talleres aislado, jugando con su celular, o poniendo la menor atención posible. Consideré que su desdén, aunque quizá tuviera alguna motivación (fuera o no correcta al final de cuentas) inicial, se convirtió en una afrenta casi personal, como el adolescente con problemas de autoridad que se rehúsa a sacar lo mejor de una experiencia. No busqué disciplinarlo, pero tampoco lo ignoré completamente–lo dejé pasar, dejando a su responsabilidad lo que pudiera absorber en cuestiones metodológicas y de contenido, del taller.

Afortunadamente, la mayoría de los profesores tuvieron a bien ser pacientes y proporcionarnos su confianza, después de que les argumentamos sobre la manera de conducir el taller y los fines con los que se llevaba así. Entonces pudimos seguir el taller.

Terminamos, finalmente, el ejercicio I. Seguimos con el II, donde le pregunté a los profesores por las nociones que tenían de emisiones constatativas y realizativas. Pude notar que varios de ellos ya tenían estas nociones — de nuevo, porque nos hallábamos a medio semestre y ellos mismos tuvieron que buscar tales contenidos por su parte. Sin embargo, algunos(as) profesores todavía entendían mal el concepto, pensando que una emisión realizativa era aquélla que reportaba acciones. Usamos el ejercicio II para aclarar estas confusiones, y les informé que, de cualquier manera, en ejercicios siguientes seguiríamos aclarando esos temas.
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Cerramos el día algo tensos, pero yo y mis dos compañeros teníamos todavía confianza en lo mucho que se podía avanzar en los días restantes.

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