Comenzamos el último día con el Aprendizaje 4. Antes de leerlo, le comenté a los profes que en talleres anteriores nos había sucedido que los profesores se fijaban más en el «pretexto» o «medio» del texto –en este caso, una discusión sobre políticos o mentira– que la manera en que ese pretexto daba para discutir contenidos de Lógica. Les pedí que se enfocaran en lo que nos llevaría a entrenar contenidos de Lógica, y leímos grupalmente el texto. Después de la lectura (donde pude detectar, de nuevo, que vario/as profesores tenían serios problemas con la lectura en voz alta), les pregunté a los profesores qué temas podían discernir en el texto. Uno que otro desafortunadamente sí habló de temas como «toma de desiciones» o «argumentación en política», pero afortunadamente varios regresaron a temas como los diferentes tipos de argumentos o, lo que era básicamente lo mismo, la importancia de dar diferentes tipos de argumento.
Pasamos entonces a discutir los diferentes tipos de argumento. Hice una exposición sobre los contenidos conceptuales, donde le pedía a maestros ejemplos de cada uno de ellos. Como pasó en todos los talleres anteriores, pude notar que cundía la errónea definición de argumento deductivo como aquél que va de lo general a lo particular. Repetí varias veces que esa definición era incorrecta, e insistí en que la correcta era aquél cuya conclusión se sigue con necesidad de las premisas, en el sentido en que tiene que pasar que: si las premisas son verdad, la conclusión lo es también. Discutimos esto bastante tiempo (a pesar de ello, algunos maestros (no sé si sean deficiencias en la atención o en la retención) insistieron en tomar a los argumentos deductivos como aquéllos que van de lo general a lo particular), y también, ya de paso, les ofrecí definiciones, ejemplos y discusión de otros tipos de argumento: abductivos, por analogía y por autoridad, y remarqué que éstos, junto con los inductivos, son argumentos probabilísticos–que se diferencian de los deductivos, que son argumentos válidos. Al tratar con los argumentos inductivos, también pude exponerles la noción de contraejemplo.
Realizamos el ejercicio I de manera relativamente ágil, aunque nos detuvimos en los que los profesores pensaban que no era tan claro si eran inductivos o deductivos. Aquí implementé una estrategia para intentar que hubiera más participación: les pedí que pusieran su nombre en un papelito, y esos papelitos los junté en un vaso, del cual iba los maestros, por turnos, sacaban aleatoriamente un papelito por inciso. Al maestro que le tocara, debía darnos su respuesta. Varios profesores dieron una respuesta satisfactoria, en la que eventualmente convergía el consenso en la comunidad; y varios que no dieron respuestas en la que la comunidad estaba de acuerdo (y que yo podía notar que eran incorrectas), pudieron dar razones suficientemente fundamentadas de por qué habían seleccionado esa respuesta. Desafortunadamente, varios otros/as profesores no pudieron siquiera dar razones de por qué habían seleccionado esa respuesta, lo cual me mostró que, aún con la extensión de la discusión previa, no habían podido captar los contenidos ejercitados (no me sorprendió notar que muchos de esos profesores eran los que habían estado jugando con su celular, o platicando con sus compañeros, o con cara de hastío e insistiendo que ya termináramos la actividad; incluso aunque ya de manera explícita le había pedido a los profesores que pusieran atención y buscaran concentrarse en la discusión). Tuve incluso la oportunidad de presentarles algunas formas de argumento deductivo que se presentaban en los ejercicios, como el Silogismo Disyuntivo (que les presenté ejemplificando con el coloquial razonamiento de «Si no es Chana, es Juana»), o el Modus Ponens, o, por ejemplo, éste, que recibe varios nombres:
Terminando el ejercicio I, se presentó un distribuidor de la editorial BookMart, que nos presentó el libro de lógica que ellos editaban. Algunos maestros se quejaron con él porque BookMart les había prometido ir a Coahuila, pero como nunca llegó, tuvieron que comprar otros libros. Volvió a haber una breve discusión sobre la necesidad de tener más libros (para estos momentos ya les había compartido el folder de Dropbox donde hicimos una compilación de bibiliografía, o se las pasé en USB), y pasamos a la siguiente actividad.
Se nos acababa el tiempo, así que pasamos al ejercicio II del Aprendizaje 4, siguiendo la dinámica que utilizamos en el ejercicio I. Muchos profesores que antes habían estado indecisos, ahora participaron con más confianza — e incluso querían seguir a pesar de que ya estábamos a punto de comenzar la clausura. No logramos terminar el ejercicio II, pero les comenté que podían hacer lo que restaba en su casa.
Se hizo una clausura, a la 13:30, donde participaron autoridades en el sistema educativo (como la delegada de la DGETA y la de la SEP, ambas de SLP).