Tercer taller (Hotel Ma. Dolores, capital de S.L.P.) – Segundo día: 10 de Octubre

Comenzamos el segundo día con el ejercicio IV del Aprendizaje 1, donde se entrenan el contenido procedimental de identificar actos de habla constatativos y realizativos. Fue interesante notar que los mismos profesores podían concluir que las preguntas no pueden ser ni verdaderas ni falsas — que lo que es verdadero o falso es siempre su respuesta. Algo parecido pasó con los enunciados exclamativos — como el inciso 11, que tampoco pueden ser ni verdaderos ni falsos. Aquí fue un poco más difícil que los profesores notaran qué sí podía ser verdadero o falso y relacionado con ellos, pero pudimos llegar a la conclusión de que ello es la presuposición que tienen. Por ejemplo, ¡Qué oso el de Paola! no puede ser ni verdadero ni falso, pero tiene una presuposición –que Paola hizo un oso (en el sentido coloquial)– y ésta sí que puede tener valor de verdad.
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Pasamos al ejercicio V. Aquí, como ya lo esperaba, el inciso más problemático fue el 18, donde la frase «La bicicleta de carreras de mi tío Juan» le sugería a no pocos profesores un acto de habla que podría tener valor de verdad. La sugerencia era que ahí se decía que la bicicleta de carreras en cuestión es de mi tío Juan, lo cual podría ser verdadero o falso. A la pregunta, por parte de otros maestros, de en dónde aparecía el «es» mencionado, los de la primera postura respondían que estaba implícito. Los insté a que consideraran el inciso 13: «El rey triste». Aquí ya habíamos concluido que era un nombre, quizá con un adjetivo (en términos técnicos, que por supuesto no mencioné, la frase es lo que Russell llamaría una «descripción definida»), pero que no afirmaba ni negaba nada. Otros profesores entonces sugirieron que el inciso 18 era, como el 13, un nombre, sólo que más largo. Hubo ir y venir de argumentos, hasta que poco a poco fue emergiendo el consenso sobre la naturaleza no-constatativa del inciso.

Terminamos el Aprendizaje 1 con el ejercicio VI. Algunos equipos de profesores sí hicieron su ilustración, pero no todos. Aún así, hubo pocos desacuerdos, y noté que el nivel del grupo era más o menos uniforme — excepto por esos casos, quizá inevitables, de rezagado/as que, por más que yo los trataba de incluir en la discusión, eran notoriamente más difíciles.

Lo siguiente fue comenzar el Aprendizaje 2, versión h. Hicimos la lectura grupal del texto-estímulo, y fue triste notar que no poco/as profesores tenían problemas de lectura, al menos en voz alta.
Pasamos al ejercicio 1, donde avanzamos de manera relativamente ágil, los profesores ya tenían cierto dominio de los conceptos de premisas, conclusión y marcador. Cada vez que alguien se atoraba con algún inciso, podíamos ayudarle al preguntarle qué daba razón de qué en esa opción. Nos atascamos, como era de esperarse, en la opción 10. Introduje, de manera muy somera, el concepto de implicación, de tal manera que pudiéramos notar más perspicuamente la estructura del argumento. Usé este diagrama:
dia 2 b

En la discusión noté que había un grupo de profesores que no tenían mucho interés, o que lo perdían rápidamente, para pasar a revisar su celular, revisar el internet, chatear, etc.. Fue más de una vez durante éste día, y una al que le seguiría, que les pedí que guardaran sus celulares y pusieran atención a las participaciones de sus compañeros y las mías. Poco tiempo duraba el efecto. (De un profesor, por ejemplo, pude ver que pasó prácticamente todo el taller revisando no sé qué cosa en su celular.) No sorpresivamente, eran ésos los profesores que más problemas tenían en articular argumentos para una postura acerca de algún inciso de los ejercicios, y los que también hacían preguntas sorprendentemente fuera del tema.

A pesar de todo ello, pudimos pasar al ejercicio 2. Aquí pudimos pasar más rápidamente.

Comenzamos el ejercicio III, que afortunadamente muchos profesores encontraron simple de resolver. Cabe notar que el inciso 4 fue el más problemático, pero también el que más los ayudó. Las premisas faltantes –«Debemos apoyar a los mexicanos», o una equivalente; y «Los campeones tienen la obligación de ganar»– eran tan obvias que las pasaban de largo, buscando insertar información que no estaba en el argumento — como «Soraya ha ganado muchas veces». Con ésto pude remarcarles que aunque las premisas se suponían por lo obvias que eran, para analizar completamente la estructura del argumento a veces hace falta ponerlas explícitamente, aunque todos sepamos que se dan por sentado.

Pasamos al ejercicio IV del Aprendizaje 2. Tuvimos algo de falta de concentración antes de poder terminar el inciso 1; sin embargo, resolvimos rápidamente el 2. Yo pensé que ya habíamos terminado el ejercicio, pero una profesora me hizo notar que faltaba el inciso del coche. Noté entonces que tenía una versión diferente del Aprendizaje, y lo resolvimos. Hubo cierta controversia por el contenido eminentemente machista del ejercicio, pero les pedí que lo ignoraran para los propósitos del ejercicio, y así lo hicieron. Dejamos sin realizar el ejercicio 4, que me pareció tan ambiguo que sólo causaría pérdida del tiempo (y así se los hice saber).

Hubo un receso, donde nos visitó un promotor del libro Lógica: Cuaderno de trabajo, de Jane Collins. Lo evaluamos Carlos Béjar y yo, y notamos que era poco apropiado para el enfoque por competencias del bachillerato tecnológico. El promotor lo ofreció a los profesores para que le sacaran copias, pero cuando ellos nos preguntaban nuestra opinión sobre el libro, tuvimos que confesarles que no parecía adecuado para sus fines. Comentamos brevemente la necesidad de conseguir bibliografía, y le ofrecí a los profesores la misma carpeta con bibliografía que ya habíamos ofrecido en talleres anteriores. Los profesores también comentaron sobre la necesidad de seguirse actualizando, y comentaron que diplomados donde se les expusiera Lógica de manera más teórica les servirían bastante.

Comenzamos con el Aprendizaje 3. Tuvimos una breves discusión siguiendo el Plan 1, y realizamos rápidamente los ejercicios I y el II, que buena parte de los profesores encontraron sencillos (digo «buena parte», porque varios se mostraban reacios a participar; algo que intenté resolver al siguiente día con una dinámica distinta). Expliqué los contenidos conceptuales presentados en el ejercicio II.2, y realizamos los incisos C), D) y E): dejé los A) y B) de lado, dado que me parecían altamente ambiguos, y sólo lograrían desgastar a la comunidad, ya para estas horas suficientemente agotada.

Terminamos la muy larga y extenuante sesión con el ejercicio III. Realizamos los ejercicios III.1 y III.2 con relativa agilidad; y luego, en el III.3. notamos que había muy poca argumentación y más listado.

Finalizamos la sesión con un poco de recuperación de la experiencia, donde los profesores nos contaron qué habían aprendido y cómo se habían sentido en el taller estos dos días, y con una evaluación de la jornada. Los profesores, alegres, se tomaron fotos y bromearon entre sí.
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