El último día comenzamos con el Aprendizaje 4; íbamos a tiempo, siguiendo el cronograma. Leímos el texto-estímulo, y después Carlos le sugirió a lxs maestrxs que, por equipos, hicieran preguntas sugeridas por el texto, que se relacionaran con los temas de Lógica.
Aquí pasó algo curioso, y que puede resultar ser riesgoso para la metodología de comunidad de indagación. Uno o dos días antes, Carlos les había comentado a los profes que había que tener cuidado de guiar los estímulos hacia los contenidos que se desean ejercitar con ellos, dado que siempre está el peligro de guiar la discusión hacia temas que no tienen nada que ver con la materia (Carlos hablaba desde experiencias pasadas, cuando otra comunidad de indagación guiada de manera no satisfactoria pasó un buen rato discutiendo temas que no se relacionan directamente con Lógica). Éste día, sucedió justamente que casi todas las preguntas de los equipos se centraban en uno de los temas sugeridos por la lectura: la relación entre mentir y decir la verdad, por un lado, y la participación política, por el otro:
* Peripatéticos: ¿Cómo lograr consensos en un ambiente democrático?
* Filosos: ¿En qué nos basamos para elegir a un representante?
* Alebrijes: En un grupo, ¿cómo tomar una decisión de forma objetiva?
* Sin nombre: ¿Para ser político tienes que ser mentiroso?
* METAMORFOSIS: ¿Cuáles son las razones que deben argumentarse para tomar decisiones?
* Gerardo y sus chicas: ¿Por qué es importante agumentar en la elección de un candidato?
Algo así ya nos había pasado el primer día del taller, cuando los profesores hicieron algunas preguntas no relacionadas con la materia, y tuvimos que recordarles que debíamos guiar la discusión hacia el concepto fundamental del programa. Aquí Carlos hizo una acción análoga, pero bastantes profesores se mostraron reacios, y varios sugirieron discutir las preguntas sobre política, dado que ya habían surgido en la comunidad.
Ésa es, por supuesto, una opción: dado un estímulo que le sugiere a los miembros de la comunidad un tema no relacionado con Lógica, el facilitador puede simplemente aceptar que la comunidad discuta sobre ese tema–buscando en algún momento relacionarlo con los contenidos de Lógica, con la esperanza de que la comunidad encuentre interesante y/o note la importancia de guiarse hacia tales contenidos. Tal esperanza, por supuesto, puede convertirse en realidad; pero también puede simplemente fallar y las horas de clase se pueden ir en discutir cualesquiera temas. Pero en un taller como éste, donde sólo tenemos 32 horas y donde los mismos profesores han notado que necesitan mucho más ejercicio en los conceptos de Lógica, y tratándose de un tema como la política que puede encender tan profundas pasiones, pensamos muy riesgoso el dejar que la comunidad se desbocara hacia ellos. Así que decidimos insistirle a los profesores que buscáramos temas para discutir más cercanos a los contenidos de Lógica.
Resultó que los profesores finalmente aceptaron guiarse hacia el contenido sugerido en la apertura del Aprendizaje: Identificar tipos de argumento, y así seguimos la actividad. Repasamos brevemente los conceptos de argumentos deductivos y de argumentos inductivos, y le preguntamos a los profesores las definiciones que conocían de ellos. Desafortunadamente–y como ya lo esperábamos–sigue siendo muy popular la definición de argumento deductivo como «aquél que va de lo general a lo particular«. Ésta definición es, por supuesto, incorrecta; por más que sea tan popular (tristemente) en la gran mayoría de los libros de textos de lógica para bachillerato (con la honrosa excepción del libro de Copi y Cohen). Que es incorrecta se muestra por un simple ejemplo. El argumento:
(1) Karl es un albañil
/ Por lo tanto, existen albañiles
va de la premisa (1), que enuncia la proposición particular de que Karl es un albañil, y concluye la premisa general de que hay albañiles. Pero aún así, éste argumento es deductivo: de (1) se sigue, deductivamente, que hay albañiles (es, por supuesto, un simple paso de generalización existencial). Ésto muestra que no todo argumento deductivo va de lo general a lo particular; así que la definición debe estar en otra parte.
La manera que más me satisface de definir un argumento deductivo es basándome en cómo extrae la conclusión de las premisas, en la manera en que la conclusión se infiere de las premisas, o (en una metáfora que mencioné hasta un taller posterior) en el método de extracción de la conclusión desde las premisas. Si la conclusión necesariamente se extrae de las premisas, en el sentido en que, necesariamente, si las premisas son verdaderas, la conclusión también lo es, entonces el argumento es deductivo. Si no es así — si puede pasar que las premisas sean verdaderas y la conclusión todavía sea falsa — entonces el argumento no es deductivo: quizá busca serlo pero es una falacia formal; quizá es un argumento inválido pero bueno, como un buen argumento inductivo. (Ésta definición, por supuesto, hace que el que un argumento sea o no deductivo equivale a que sea o no lógicamente válido. Eso me parece una consecuencia correcta; la otra opción es hacer que un argumento deductivo sea aquél que se ofrezca con pretensión de ofrecer un argumento válido, pero considero que tales conceptos pragmáticos son posteriores, en el orden explicativo, a los conceptos lógicos.) Por ejemplo, en el siguiente argumento inductivo (técnicamente, por enumeración simple):
(1) Lassie es un cánido y es amigable
(2) Pluto es un cánido y es amigable
…
(n) Tribilín es un cánido y es amigable
/ Por lo tanto, los cánidos son amigables
la conclusión no se sigue con necesidad de las premisas: cabe todavía la posibilidad de que las premisas sean verdaderas, pero la conclusión sea falsa — es decir, cabe todavía la posibilidad de un contraejemplo. La verdad de las premisas, a diferencia de un argumento deductivo, todavía no prohibe la existencia de un contraejemplo — por ejemplo, el rottweiler de mi vecina, un cánido que no es amigable.
Después de aclarar éstas confusiones sobre la definición de argumento deductivo, pudimos ejercitar la diferencia entre ellos y los argumentos inductivos; los maestros también mencionaron a los argumentos analógicos y por autoridad (muy distintos, cabe notar, de la falacia ad baculum), así que también ejercitamos tales contenidos.
Logramos, con un poco de trabajo, pasar por los ejercicios I y II; desafortunadamente, consideramos que el tiempo era todavía insuficiente para aclarar totalmente los conceptos. Además de las tristes limitaciones de tiempo, estaban lo poco que algunos maestros se habían acercado anteriormente a la filosofía y a la lógica, o el cansancio, o incluso la falta de atención e interés de algunos pocos, como impedimentos para que la comunidad como un todo llegara a cubrir los conceptos, tan centrales a Lógica, de los diferentes tipos de argumento. Sin embargo, puedo decir que al final casi completamente todos los maestros iban con la mejor disposición y ánimo de aprender, de compartir y de ejercitar, así que ésto nos ayudó también a conjuntar esfuerzos y alcanzar objetivos en la medida de lo posible.
Terminamos el cuarto y último día con una breve actividad sobre el diseño de ECAs y comentarios sobre el diseño de evaluaciones (incluyendo rúbricas). Hubo entonces una breve clausura, donde se entregaron constancias, lo cual finalizó oficialmente el taller. Después de ello, algunos profesores nos brindaron 20 minutos de su tiempo para hacer el video para el proyecto ¿Dónde? ¿Quiénes?, después del cual nos brindamos un fraterno adiós.
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