Jueves 26 de septiembre de 2013. El taller ha sido todo un éxito y se ve que los profesores lo están disfrutando bastante. El grupo está más integrado y hay un ambiente general de alegría y compañerismo, por un lado, y de respeto e interés por la materia, por el otro. Aún los menos participativos están ahora participando.

Con todo, es evidente que la falta de dominio en la materia por parte de la mayoría podría representar un serio obstáculo cuando los profesores pongan en práctica la metodología con sus alumnos. Me tranquiliza un poco el hecho de que por lo menos contarán con un libro de texto que los guíe. Aun así no dejo de insistirles en la importancia que tiene que se capaciten todos de manera autodidacta finalizando el taller. Creo que he logrado despertar en ellos un interés genuino por la lógica y su importancia, lo cual también me tranquiliza.

Debo admitir que la mayoría de las veces me apropio de manera cortés pero firme del papel de facilitador en la comunidad de indagación. Mi compañera lo acepta bien pues reconoce que en la materia soy ahí la autoridad, aunque parece confundirla el hecho de que en un principio para ella yo era sólo su “asistente” (ni siquiera su asistente “experto”, sólo su asistente). Intento no herir su orgullo compartiendo con ella el liderazgo lo más que puedo, pero la verdad es que me he apropiado casi por completo de la comunidad de indagación.

Dejo que la comunidad vaya por donde quiera, siempre y cuando no se salgan del tema. Les encanta discutir los problemas entre ellos y en momentos la discusión se pone verdaderamente interesante. Me limito a repetir la idea de algún profesor que no fue bien escuchada, a preguntarles si están de acuerdo con alguna participación que yo considero relevante, a inquirir qué piensan de alguna participación inteligente, a darle un pequeño giro a la discusión, etc., pero la discusión la llevan ellos todo el tiempo en un ambiente de respeto y jovialidad. Al final, cuando la comunidad parece haber llegado a un impasse, tomo la palabra y expongo los conceptos importantes y les hago ver cómo en la comunidad se llegó de manera espontánea a dichos conceptos. Preciso, esclarezco y pregunto sí todo quedó claro. Cuando no hay más dudas, pasamos al siguiente ejercicio.

Experimentaron muchos problemas con la identificación de las premisas y la conclusión en los argumentos que no se presentan ordenados de manera sencilla. También se les dificultó entender la diferencia entre actos locucionarios, ilocucionarios y perlocucionarios. Sin embargo poco a poco los fueron entendiendo. Sus participaciones son hoy mucho más relevantes e inteligentes que en días anteriores. Los primeros días de plano no daban una. Se le podía preguntar a un profesor cuál era la premisa en un ejemplo y él podía responder con un dicharacho, una anécdota personal o un poema edificante que tuviera alguna relación con el ejemplo en cuestión, y todos los demás casi le aplaudían. Ahora ya no hacen ese tipo de cosas y cuando alguien lo hace, inmediatamente los otros se encargan de avisarle que eso no viene a cuento.

Ayer íbamos muy bien con el tiempo, pero hoy sí nos atrasamos un poco. Mi compañera les puso actividades de “recuperación” que, se supone, la COSDAC le exige aplicar y que supongo que son muy importantes. Con todo, creo que alcanzaremos a ver casi todo el material. Mañana empezamos con el Aprendizaje 4 y seguimos llevando muy buen tiempo.

Puedo decir con gran satisfacción que hoy muchos profesores expresaron una genuina admiración por todo lo que han aprendido hasta ahora. Varios dijeron contentos que desde ahora empezarían a usar más la lógica en su vida. En todos los rostros vi expresiones de franco respeto hacia la materia y podría decir con seguridad que en la mayoría hemos logrado despertar un nuevo interés.  La lógica empieza a ganar adeptos.

Miércoles 25 de septiembre de 2013 en el CBTIS 161 de Toluca. Se incorporaron algunos profesores nuevos al grupo. Dijeron que apenas les habían avisado del taller el día de ayer a medio día. Formaron entre ellos un nuevo equipo.

Me extrañó que la sesión comenzara con una “recuperación” de lo visto el día de ayer y que consistió en realizar por equipos cartulinas con recortes de revistas al modo como lo hacen los alumnos de preparatoria. La idea fue de mi compañera de equipo y no fui consultado al respecto. Todos realizaron la actividad con tanto gusto y esmero que pareciera que estuvieran acostumbrados a ello. Permanecí escéptico, en silencio, y los dejé hacer, aunque debo confesar que la actividad me pareció absolutamente innecesaria, máxime cuando se llevaron hora y media en terminarla.

Continuamos con los ejercicios del Aprendizaje 1 tal y como está establecido en el cronograma. Los ejercicios -que están más dirigidos hacia los conceptos- los di todos yo con la avenencia de mi compañera. Ella dirigió el plan de discusión que seguía del diálogo al principio del Aprendizaje pues eran discusiones más abiertas, más libres. Definitivamente es necesaria una mínima preparación en la materia para ser el facilitador de la comunidad de indagación. Debo decir sin modestia que sin mis intervenciones la comunidad habría sido simplemente un caos.

Se respetaron muy bien los tiempos marcados por el cronograma. Casi nadie mostraba signos de cansancio al final del día. Al contrario, la comunidad misma quiso acabar el ejercicio aunque nos pasáramos un poco de la hora de salida.

La cuestión de las listas de asistencia es un problema. Cada quien, según entiendo, debe anotarse en por lo menos dos listas diferentes y siempre están todos preguntando dónde fregados están las listas, que pasan de mano en mano y terminan en los lugares menos imaginados.

Los maestros están aprendiendo rápido sobre los contenidos conceptuales que les explico. Además, parece gustarles. Hago que los que entienden más rápido les expliquen a los que todavía no comprenden. Cuando nadie entiende, yo intervengo. El grupo está todavía más unido que ayer y se ven muy satisfechos con el taller. Yo también me siento satisfecho, aunque no deja de preocuparme lo que pasará cuando algunos de los profesores con los que estoy tratando estén al frente de su clase, dando una materia que apenas entienden.

Hoy martes 24 de septiembre de 2013 comenzamos la profesora Antinea Bertoni y yo nuestro taller de Formadores de Docentes de Lógica en el CBTIS 161, en Toluca. Puedo decir con gran satisfacción que esta primera jornada fue todo un éxito. Los profesores que tomaron el taller fueron bastante participativos y no encontramos serias objeciones a los objetivos que perseguían las dinámicas que abordamos. Pienso que nos ayudó mucho el aclarar desde el principio lo principal: no iba a tratarse de una capacitación en contenidos de lógica, sino que les íbamos a compartir una metodología pedagógica con la cual dicha materia tendría que impartirse en lo sucesivo en los bachilleratos tecnológicos. Con esto aclarado desde el comienzo, y a pesar de que era un grupo relativamente numeroso (45 profesores aproximadamente), logramos reducir al mínimo las quejas que comúnmente se presentan entre profesores que no dominan la materia y que por lo mismo hubieran querido que se les enseñasen contenidos conceptuales. Por supuesto, como se he visto ya en otros planteles, los profesores con alguna preparación en filosofía eran los menos. En nuestro caso había sólo uno de ellos que tenía preparación en filosofía. No obstante este indudable inconveniente, los maestros estuvieron dispuestos a llegar ellos mismos a los contenidos a través de su participación en la comunidad de indagación, pues esa fue la “promesa” que les dimos mi compañera y yo. En efecto, al final ellos pudieron darse cuenta de que muchos de los contenidos que después precisé, fueron en realidad saliendo de manera natural e intuitiva en la comunidad.  Logramos así generarles un respeto y una admiración notable hacia la metodología que se les estaba enseñando.

Así pues, pudimos respetar a cabalidad los tiempos que nos marcaba el cronograma. Aunque al final todos estaban algo cansados, en general se mostraron satisfechos con la sesión y dispuestos a continuar con el taller con buen ánimo los días sucesivos. En lo particular hice lo que ya varios de mis compañeros han mencionado: la “participación del filósofo” la incluí en ciertos momentos del proceso de la comunidad de indagación. Hubo fuertes razones para ello. Por ejemplo, cuando la comunidad llegaba a un acuerdo sobre un problema discutido y la solución acordada era claramente errónea, no podía yo dejarlos continuar y pasar al siguiente problema. Tuve que intervenir en mi calidad de “experto”, intentando primero encausarlos con preguntas tendenciosas que buscaran despertar una objeción a la solución acordada por todos. Cuando definitivamente nadie podía ver la alternativa que yo estaba sugiriendo con mi pregunta, esto es, cuando ya nada quedaba por hacer para que la comunidad de indagación llegara al contenido esperado, entonces sí yo procedía a corregir, explicar y sentar casi autoritariamente lo que debía entenderse por esto o lo otro.

Lo que me preocupa es la poca preparación que casi todos los profesores tienen en la materia.  Dudo mucho que una comunidad de indagación cumpla con los resultados esperados cuando el facilitador no está preparado en ella. Para guiar el diálogo hacia los contenidos conceptuales que marca el programa, ¡hay que por lo menos conocerlos! Insistí en que era tarea de ellos prepararse de manera autodidacta para conocer la materia que están dando. Yo en verdad espero que la mayoría sea lo suficientemente responsable para hacerlo. De otra manera, la comunidad de indagación pierde mucho de lo que de ella se espera. Mucho.

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