En esta entrada, señalaré algunos puntos que considero relevantes para evaluar (y mejorar, si es posible) la realización del TFDL.
En mi primera intervención dentro del TFDL que se llevó a cabo en Saltillo, le expliqué a los docentes que el taller NO era un curso expositivo de lógica, ni un curso para la elaboración de las secuencias con las que trabajarían durante el semestre. Les informé que el objetivo era presentar la propuesta pedagógica que la SEP considera adecuada para la enseñanza de la lógica y la filosofía en general en el nivel de bachillerato y, a través de ella, profundizar en los contenidos conceptuales que marca el programa, dejando de lado discusiones filosóficas que, si bien son importantes para el dominio de los temas, no serían abordadas por cuestiones de tiempo y porque, tal como lo explicaron los organizadores del proyecto, el objetivo del TFDL es proporcionar estrategias didácticas y conceptuales para que el docente profundice en ellas por cuenta propia.
Durante el desarrollo del TFDL, me encontré con dos dificultades: La diversidad de materiales consultados por los docentes para la elaboración de sus secuencias y la expectativa de que el taller les proporcionaría herramientas para elaborar dichas secuencias. Los docentes, en un principio, no prestaban demasiada atención al contenido conceptual que estábamos trabajando, pues ellos ya habían leído (aunque sin acabar de entender) textos con cuya terminología ya estaban familiarizados. Algunos docentes proponían materiales «más claros» con textos «más reales» que «sí sirvieran» para enseñarle lógica a los adolescentes del bachillerato. La prisa y la falta de consenso acerca del significado de los términos, dio pie a respuestas incorrectas.
Ante tal situación, recurrí a la didáctica expositiva y expliqué en el pizarrón, a la «manera tradicional», la diferencia entre enunciados realizativos y constatativos. Aunque la idea era profundizar en los conceptos a través de la comunidad de indagación, me resultó necesario adoptar la postura de «experta» para captar la atención de los docentes. Las dudas que intenté resolver, generaron más dudas; sin embargo, lograron despertar el interés de los docentes. Después de mi intervención expositiva, el grupo se mostró mucho más participativo, y aunque los errores continuaron, hubo mayor disposición para aprender y volver sobre los conceptos que no estaban quedando claros.
Al final del TFDL, los docentes se mostraron entusiasmados y pidieron que la SEP organice un diplomado en lógica. Reconocieron sus debilidades argumentativas y conceptuales, y se comprometieron a investigar y a participar en talleres futuros con buena disposición.